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martes, 4 de diciembre de 2012

Pasqual, en busca del tiempo perdido

Termino de ver el excelente y emocionante documental: Bicicleta, Cullera, Poma. La enfermedad de Alzehimer en la persona de un personaje publico. No un cualquiera, que escribiera Herman Hesse. En la carismática figura  y peculiar del ex-Alcalde de Barcelona y ex-president de la Generalitat Catalana: Pasqual Maragall i Mira, 1941.
El film comienza en octubre de 2007, cuando tras varias pruebas medicas se confirma el diagnostico: Alzheimer la enfermedad de los desmemoriados. La que ataca la parte del cerebro que contiene y procesa los recuerdos. La que contiene  nuestra vida entera, y no puede ser extirpada, trasplantada o ignorada. 

Diana Garrigosa, esposa de Pasqual bailando juntos en su casa
Desde el momento en que hace pública su dolencia, su único empeño es luchar para vencer. Luchar contra la enfermedad, por él, por su familia, y por todos los enfermos y sus familiares. Una carrera de fondo, con un nombre http://www.fpmaragall.org. Una fundación para investigar, recibir donaciones, experimentar, y proporcionar soluciones a los enfermos en el menor tiempo posible.
El carácter luchador, sus viajes, vivencias familiares, sus apariciones públicas,  dan una visión humana y poliédrica de que ocurre cuando uno ya no es conocido por aquellos que le rodean.  Cuando Pasqual se fotografía por las mañanas al afeitarse para reconocerse mejor. 

Con el avance de la enfermedad su comportamiento se desinhibe socialmente, se vuelve políticamente incorrecto, recuerda constantemente su pasión por la música, y cual magdalena de Proust, sus recuerdos brotan de manera casi mágica, involuntaria,  al retornar a su antiguo apartamento Norteamericano, de cuando fue estudiante en Nueva York. Los afectos y el pasado mezclados con la borrachera de disfrutar cada instante. Imborrables.


La epidemia de éste siglo,que galopa a sus anchas entre crisis de valores y buitres de corbata. Recortes en sanidad publica, en investigación o en educación. Se recorta, pero se rescatan bancos. Se olvidan las almas.


La poética de la vida diaria, la banda sonora que el propio nieto de poeta escucha y comparte con los oyentes, su socarrón humor,  y esa grandísima humanidad de los que le rodean, son suficientes motivos para no dejar de ver este trozo de dos años de vida, emergiendo en la pantalla. Dos años de lucha, de ilusiones, de olvidos, de humores y enfados y de ganas de vivir.

viernes, 12 de octubre de 2012

El panadero perdido en su laberinto. Preservar la memoria afectiva.


Jordi Sole Tura (Mollet del Vallés, 23 de mayo de 1930 - Barcelona, 4 de diciembre de 2009) era un joven panadero, autodidacto, libre pensador, que en su vida elegía cual era el camino  mejor para salir de los laberintos que tiene la vida. Jurista, padre, diputado, exiliado, preso político, Ministro de cultura...son algunas de las facetas que muestra el documental "Bucarest. La memoria perdida", 2008, rodado y escrito por Albert Solé Bruset, hijo del político catalán. 
Este documental reúne memoria histórica: desde la depuración de Semprúm, Claudín y el propio Tura, hasta la llegada de la democracia a España y la legalización del PCE eurocomunista. Sentimientos, ironía, testimonios de familiares, amigos y coetáneos repletos de amor y recuerdos. Lagrimas y hermosos recuerdos de sus dos esposas.
Como hilo conductor  aparecen los recuerdos de vida de su hijo Albert, íntimamente unidos a los de su padre y su madre. Su no nacimiento en Bucarest, la clandestinidad, la voz de Radio Pirenaica, París, "el partido", y la vuelta a la Cataluña en la época franquista.  Las revueltas obreras, la solidaridad como manera de hacer. Como contrapunto contemplamos impotentes las pequeñas y amargas pinceladas la desmemoria, el deterioro senil, víctima del Alzehimer del "Capitán Trueno" incapaz de reconocer a su propia esposa, y de recordar la Constitución Española que redactó en 1978 o su paso por la prisión modelo de Barcelona.

¿Merecieron la pena, tantos sin sabores, tantos esfuerzos, sufrimientos, luchas, detenciones, debates, separaciones familiares, encarcelamientos en pos de un mundo más justo y mejor? ¿Más democrático, mas libre, menos imperialista y dictatorial? ¿Mereció la pena dar su tiempo para los otros?

La mente y el olvido. Olvidar qué fue uno, dónde y con quienes vivió. Un cerebro que se quedó sin recuerdos, sin la materia del ser: la historia propia construida que se hizo ruinas con la llegada de ésta enfermedad implacable con la huella de lo vivido y sentido.