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domingo, 25 de noviembre de 2012

Cine y cocina: guiso francés en Jutlandia



El festín de Babette, adaptación cinematográfica del cuento del mismo título de la escritora de más seudónimos literarios y no literarios, hasta donde conozco : Karen Christenze Dinesen, cumple 25 años.

En muchas salas de cine, de las que aún resisten en algunas ciudades, se proyecta una copia restaurada de esa delicia de película del director Gabriel Axel, que describió de manera poética y fiel a la atmósfera de ese pueblo de la costa oeste de Jutlandia, que tan bien construye en su relato la escritora danesa.

La conjugación de lenguas: francesa y danesa. La comida como placer terrenal. El mimo y esmero que emplea la chef Babette para dar de cenar a sus vecinos comensales. Las caras de asombro ante las viandas guisadas, que tanto contrastan con esa austera dieta diaria de sopas de pan y cerveza y pescado seco,  tan monótona como la luz apagada de los días grises del largo invierno del norte de Europa.

Perlitas inolvidables: Personajes que emocionan: las dos hermanas, cercanas a las tías de "Arsenico por compasión": en una palabra: adorables. El General del Ejercito Lorens Lowenhielm con sus magistral y humilde aparición  en la cena. 
Y un gusto para la vista. Con fotografía y encuadres de artista de la mejor escuela de los pintores de la luz.
Los aromas de la cocina de Babette, se cruzan por la costa, con las frases y miradas de los enormes personajes, tan  entrañables y profundos. 


La autora del relato, es dueña de una vida azarosa primero en su Dinamarca natal, después en la Kenia Africana de la Iª de las Guerras Mundiales. Mitad bohemia, mitad aristócrata, aventurera, sifilítica, arruinada y renacida de las ruinas de sus negocios, cuentista admirada por Ernest Hemingway, o por Updike, entre otros y firme aspirante al Nobel de Literatura poco antes de morir. Narradora de hipnóticas pero sencillas y verosímiles tramas, llenas de fuerza y poéticas pinceladas. Cercana a la oralidad, y de descripciones que trasladan a quienes la leen.

Tras haber disfrutado de la lectura de sus cuentos, y de la narración de su vida en ese semblante que hace de manera breve pero certera Benjamín Prado en Los nombres de Antígona (Aguilar) ,complementamos la lectura con el aroma a buen cine de esta gran película. 
El poder de una buena comida, al abrigo de la lumbre, en una noche de invierno,en grata compañía inevitablemente acaba provocando una conversación lenta e íntima y de calado, rebozando el alma de vinos, y carne, frutas y sopas con ese sabor a caldo hervido a fuego lento, como la vida larga y reposada de los ancianos y ancianas. 
Secundarios no somos nadie, ni protagonistas tampoco. Tan solo somos necesarios para la obra teatral que es vivir.

Buen apetito!!!!!




A riesgo de ser larga la lectura incluyo los manjares de la cena:


Menú del festín francés que ofrece la ex chef del Café Anglais con sus respectivas bebidas:

Comienza el banquete con caldo de tortuga y un excelente vino amontillado. 

Blinis Demidoff con el mejor caviar; Champagna, VeuveClicquot, cosecha 1860. 

Caills en Sarcophage, codornices rellenas de trufa negra dentro de una voul-au-vant con jus a manera de salsa preparado con el vino con el que lo sirven: Clos de Vougeot de chez Phillippe, cosecha 1845 

Luego, mezclum de lechuga, radichio y envidias con nueces y vinagreta francesa. El mismo vino. 

Selección de quesos, entre ellos roquefort. 

Un cake hermoso con cerezas frescas, frutas confitadas y una salsa dulce de algún licor acompañado del mismo vino. 

Frutas: Lechoza, piña, uvas, dátiles, higos; todo de excelente calidad.