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martes, 31 de julio de 2012

Lo público: Espacios de vida. Vivir con un mínimo de dignidad

Merecemos una apropiación del espacio público para confiar en el futuro. Necesitamos los valores de cuando eramos más pobres: solidaridad, y aquel  afán de conocer y conocerse. Unas loables ansias de libertad y dialogo. Una búsqueda común de salir adelante. Unos anhelos para salir de la inopia. Nos gustaba disfrutar de las bibliotecas publicas, los parques públicos, las plazas de los pueblos públicas, las escuelas públicas y los museos y teatros públicos.  No deseamos más desolación.

Cada vez hay menos Estado y mas despilfarro. Tenemos menos tiempo para nuestros placeres diarios. Añoramos una vida mas confiada, menos complicada, de intercambios de saberes y mucho más agrónoma y más gastrónoma. Nuestra autogestión de pueblos y de ciudades con menos coches, más paseos, más bicicletas, menos ruidos, más solidaridad. Menos macro centros comerciales fríos e inmensos e impersonales. Mas barrio y mas producto local. Queremos convivir sin los relojes cronometrando. Queremos belleza cotidiana.

No soñamos con un mundo de despilfarro, desigualdades, palabras vacías, gasto de energías sucias e insostenibles, ni con deudas eternas producidas por especuladores que no viven en la calle, en nuestra realidad cotidiana. No queremos ser esclavos, ni gentes desesperadas, ni autómatas, ni desplazados por guerras que no hemos provocado, ni asolados por inundaciones o sequías por no respetar al Planeta en que vivimos. 


No queremos un mundo virtual, de obsolescencia calculada, de falso desarrollo sostenible para limpiarse las conciencias. Soñamos con disponer de nuestro tiempo, nuestro trabajo y nuestro dinero, pero para  manejarlo con sentido común y humildemente no para ser manejados. 
Para vivir nuestra propia existencia.
Dignamente con un hogar y un trabajo.

Trabajar menos y vivir mejor, no es una falacia. Desde el Renacimiento el ser más veloces para trabajar más, consumir lo que no necesitas  para ser mas feliz eran ideas hipnóticas creadas por los poderosos.
El reloj como dios. La globalización para unificar y homogeneizar. Consuman hasta arruinarse. Agotamiento de la especie. Por favor, déjennos reaprender a habitar el tiempo,a construir de otra manera el vivir  diario.

Amamos la belleza sin ostentación y buscamos el saber tenazmente,-según cuenta Tucídides-, dijo Pericles. Buscamos un mundo de verdad, transparente, donde los valores individuales queden atrás y emerjan los del bien común. 
Problemas comunes  que deben solventarse desde el ágora donde todos estemos hablando y escuchando para el bien del vecindario. De la ciudadanía. 

Europa y sus valores solidarios, de igualdad y ayuda a los desfavorecidos están cediendo su soberanía y virtudes ganadas por las gentes, ante una invisible pero feroz tribu de especuladores y tecnócratas.